jueves, 30 de agosto de 2007

El Peine Encantado (4ta. Parte)


Salí muy afligido y me fui al departamento sin ganas de nada, solo a dormir.

Desperté y me di cuenta que había dormido todo el día, recordé la llamada de la empresa y resolví ir a ver que me decían, al fin no perdía nada.

Ya en la empresa me recibieron muy bien, me hicieron la entrevista y me comunicaron que empezaba a trabajar la próxima semana en el área administrativa.

Ya con un tiempo en la empresa, me habían dado capacitación y ya sabía muy bien lo que tenia que hacer, además le metía muchas ganas porque me parecía que no merecía estar en la organización.

Ahora creía en el peine, no lo soltaba, lo llevaba a todos lados, desde el día que había caído en mis manos mi vida estaba mucho mejor.

Un día en una tienda de aparatos, donde iba buscando una televisión encontré a la mujer mas bella y hermosa que hubiera visto en mi vida, aun sin conocerla sabia que era la mujer de mi vida, con quien quería pasar el resto de mis días; me arme de valor y con la confianza de ir con mi peine llegue a pedirle información sobre una televisión, que me recomendara la mejor.

Medio mes después ya estaba saliendo conmigo, en mi trabajo había escalado puestos, compre una casa enorme y hermosa, con mi cambio de nivel social surgieron muchos amigos; no volví con los amigos mecánicos.

Era muy famoso, estaba como gerente de la empresa, ya se hablaba bastante de mí en revistas de empresarios famosos y en periódicos, también me invitaban a programas de televisión.

Tenía todo, estaba casado con una mujer encantadora, vivía en una casa enorme y con una agradable vista, estábamos muy bien de salud ¡que más podía pedir!